La agricultura supone alrededor de un 80% del consumo total. Se debe mantener en correcto estado los sistemas de riego que además podrán regular el agua para que se use sólo la que se precisa. Una manguera abierta, por ejemplo, desperdicia en 2 horas el agua que toda una familia necesita por día. Ya hemos visto antes que era buena idea contar con un cubo o balde para ir recogiendo agua aprovechable para el riego de las plantas por ejemplo.

Ya sea por una cuestión económica como por respeto al medio ambiente, economizar al máximo el uso del agua es una responsabilidad que en ningún caso podemos rehuir. Las estrategias de ahorro son varias, entre ellas la elección de un sistema de riego adecuado al tipo de vegetación, un adecuado programa de riego, la recuperación de aguas pluviales y la protección del suelo para evitar la evaporación.

Los riegos deben ser calculados y realizados meticulosamente. Las necesidades hídricas de cada especie son diferentes, así como las estaciones del año y la climatología, que marcarán también las carencias del regado. Los métodos más empleados en xerojardineria son: por aspersión, localizado (goteo y micro aspersión) y manual. Cada uno es útil en unas circunstancias determinadas y todos tienen ventajas e inconvenientes, pero el riego localizado es el más eficiente ya que permite aplicar la cantidad de agua necesaria para cada planta y minimiza la evaporación.

Consejos prácticos:
1.- Las mejores horas para regar son las de menos calor para evitar la evaporación.
2.- Evitar regar en días de fuerte viento ya que aumenta la evaporación del agua.
3.- Hay que regar con mayor frecuencia árboles y arbustos recién plantados pero a los dos años, cuando posean raíces más profundas, hay que deducir o hasta incluso eliminar los riegos.
4.- Son preferibles riegos espaciados y generosos para hacer que las especies sean más resistentes a la sequía pero evitado aportar más agua que la que puedan aprovechar.
5.- El exceso de riego, además de un derroche, es perjudicial para la salud de las plantas y provoca una mayor sensibilidad de las mismas a los cambios climáticos.
6.- Ajustar el riego a la climatología y revisar el estado de humedad del suelo antes de aplicarlo.
7.- Los detectores de lluvia y de humedad son útiles para evitar exceso de riegos.
8.- Hay que regular los difusores, aspersores y goteros para cada zona además de programar la carencia e intensidad de los riegos automáticos de forma adecuada.
 
Buenas prácticas agrarias para conservar un suelo. (Descargar triptico) 


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Ahorro y calidad del agua