SoundMontano llega a su ecuador con entradas agotadas en sus tres conciertos así como en el cuarto que se celebrará en Laluenga

El exterior de la iglesia parroquial de La Asunción de Pozán de Vero se convirtió, por momentos, en un cine de verano en el que los asistentes a la tercera entrega de conciertos del primer festival SoundMontano, que organiza la Comarca de Somontano, se deleitaron escuchando a los italianos Kaleido Trío. Temas de las bandas sonoras de clásicos como ‘Cinema Paraíso’, ‘La Misión’, de Ennio Morricone, Amarcord o Felliniana, de Nino Rota o ‘La vida es bella’, de Nicola Piovanni, o ‘Las aventuras de Pinocho’, de Fiorenzo Carpi animaron la noche.

La singular formación formada por Yuri Cecarese, flauta,  Raffaele Bertolini, clarinete bajo, y Gianni Fasseta, acordeón echó mano de sus raíces para ofrecer un viaje musical que partió de su Italia natal donde además de música de cine sonaron grandes compositores de ópera como Giuseppe Verdi con ‘La Traviata’ hasta la Argentina porteña donde suenan los tangos de Astor Piazzolla y Richard Galliano. Entre ambos países se colaron sonidos de centro Europa, como la ‘Danza Húngara’ de Brahms, muy aplaudidos por un público entregado que de nuevo agotaron todas las plazas para este concierto.

SoundMontano llega a su ecuador con una buena respuesta de espectadores: 200 entre los tres conciertos celebrados en el Espacio Baldellou de Alquézar, el exterior del Torno de Azlor y el celebrado en Pozán de Vero este viernes. La siguiente cita será en el Pozo Nuevo de Laluenga, el 6 de agosto a las 20.00, donde también las entradas están agotadas para presenciar la actuación del pianista Philippe Argenty y la cellista Anna Mikulska.

Visita al Pozo Nuevo

Con motivo de este concierto y como ya ocurrió en Azlor, el Pozo Nuevo permanecerá abierto al público una hora antes de la actuación para mostrar la monumental obra de ingeniería hidráulica enclavada en pleno casco urbano.  Toda la estructura es subterránea y salva un pronunciado desnivel entre la superficie y el manantial, de unos 30 metros. La bóveda de cañón que lo cubre sorprende por su excelente calidad y recuerda a algunas iglesias medievales.



Sus dimensiones, su amplia escalera, la gran belleza de su bóveda apuntada, los sillares perfectamente escuadrados y montados, nos muestran que fue el afán de prestigio lo que movió a los patrocinadores de la obra. De la cámara del manantial parten tres galerías; se fueron excavando en épocas de sequía, en busca de la veta, cuando el pozo casi dejaba de manar.

El prolongado uso de esta estructura queda patente en la cantidad de huellas de cántaros que han quedado impresas en los bordes del pozo y en la escalinata.